ArtÃculos de Fe
Las referencias biÌblicas son de apoyo de los ArtiÌculos de Fe y fueron colocadas aquiÌ por la accioÌn de la Asamblea Ge- neral de 1976, pero no deben ser consideradas parte del texto constitucional.
1. EL DIOS TRINO
Creemos en un solo Dios eternamente existente e infinito, Creador y Sustentador, Soberano del universo; que soÌlo EÌl es Dios, santo en naturaleza, atributos y propoÌsito. El Dios, quien es amor santo y luz, es trino en su ser esencial, revelado como Padre, Hijo y EspiÌritu Santo.
Creemos en un solo Dios eternamente existente e infinito, Creador y Sustentador, Soberano del universo; que soÌlo EÌl es Dios, santo en naturaleza, atributos y propoÌsito. El Dios, quien es amor santo y luz, es trino en su ser esencial, revelado como Padre, Hijo y EspiÌritu Santo.
2. JESUCRISTO
Creemos en Jesucristo, la Segunda Persona de la Divi- na Trinidad; que EÌl es eternamente uno con el Padre; que se encarnoÌ por obra del EspiÌritu Santo y que nacioÌ de la virgen MariÌa, de manera que dos naturalezas enteras y perfectas, es decir, la deidad y la humanidad, fueron unidas en una persona, verdadero Dios y verdadero hombre, el Dios-hombre.
Creemos que Jesucristo murioÌ por nuestros pecados, y que ciertamente se levantoÌ de entre los muertos y tomoÌ otra vez su cuerpo, junto con todo lo perteneciente a la perfeccioÌn de la naturaleza humana, con el cual ascendioÌ al cielo y estaÌ alliÌ intercediendo por nosotros.
3. EL ESPIRITU SANTO
Creemos en el EspiÌritu Santo, la Tercera Persona de la Di- vina Trinidad, que estaÌ siempre presente y eficazmente activo en la Iglesia de Cristo y juntamente con ella, convenciendo al mundo de pecado, regenerando a los que se arrepienten y creen, santificando a los creyentes y guiando a toda verdad la cual estaÌ en Jesucristo.
4. LAS SAGRADAS ESCRITURAS
Creemos en la inspiracioÌn plenaria de las Sagradas Escrituras, por las cuales aceptamos los 66 libros del Antiguo y Nuevo Testamentos dados por inspiracioÌn divina, revelando infaliblemente la voluntad de Dios respecto a nosotros en todo lo necesario para nuestra salvacioÌn, de manera que no se debe imponer como ArtiÌculo de Fe ninguna enseñanza que no esteÌ en ellas.
5. EL PECADO, ORIGINAL Y PERSONAL
Creemos que el pecado entroÌ en el mundo por la desobediencia de nuestros primeros padres, y la muerte por el pecado. Creemos que el pecado es de dos clases: pecado original o depravacioÌn y pecado actual o personal.
Creemos que el pecado original, o depravacioÌn, es aquella corrupcioÌn de la naturaleza de toda la descendencia de AdaÌn, razoÌn por la cual todo ser humano estaÌ muy apartado de la justicia original o estado de pureza de nuestros primeros padres al tiempo de su creacioÌn, es adverso a Dios, no tiene vida espiritual, estaÌ inclinado al mal y esto de continuo. AdemaÌs, creemos que el pecado original continuÌa existiendo en la nueva vida del regenerado hasta que el corazoÌn es totalmente limpiado por el bautismo con el EspiÌritu Santo.
Creemos que el pecado original difiere del pecado actual, por cuanto constituye una propensioÌn heredada al pecado actual de la que nadie es responsable, sino hasta que el remedio divinamente provisto haya sido menospreciado o rechazado.
Creemos que el pecado actual o personal es la violacioÌn voluntaria de una ley conocida de Dios cometida por una persona moralmente responsable. Por tanto, no debe ser confundido con fallas involuntarias o inevitables, debilidades, faltas, errores, fracasos u otras desviaciones de una norma de conducta perfecta, los cuales son residuos de la caiÌda. Sin embargo, tales efectos inocentes no incluyen actitudes o respuestas contrarias al EspiÌritu de Cristo, las que pueden llamarse propia- mente pecados del espiÌritu. Creemos que el pecado personal es primordial y esencialmente una violacioÌn de la ley del amor y que, en relacioÌn con Cristo, el pecado puede definirse como incredulidad.
6. LA EXPIACIÓN
Creemos que Jesucristo por sus sufrimientos, por el derra- mamiento de su preciosa sangre y por su muerte en la cruz hizo una expiacioÌn plena por todo el pecado de la humanidad, y que esta expiacioÌn es la uÌnica base de la salvacioÌn y que es suficien- te para todo individuo de la raza de AdaÌn. La expiacioÌn es mise- ricordiosamente eficaz para la salvacioÌn de aquellos incapaces de responsabilidad moral y para los niños en su inocencia, pero para los que llegan a la edad de responsabilidad es eficaz para su salvacioÌn solamente cuando se arrepienten y creen.
7. LA GRACIA PREVENIENTE
Creemos que la gracia de Dios por medio de Jesucristo se concede gratuitamente a todas las personas, capacitando a to- dos los que quieran, para volverse del pecado a la justicia, creer en Jesucristo, recibir perdoÌn y limpieza del pecado y seguir las buenas obras agradables y aceptables ante EÌl. Creemos tam- bieÌn que la creacioÌn de la raza humana a la imagen de Dios incluyoÌ la capacidad de decidir entre el bien y el mal y que, por tanto, los seres humanos fueron hechos moralmente responsa- bles; que a traveÌs de la caiÌda de AdaÌn ellos se depravaron, de tal modo que ahora por ellos mismos, y por propia capacidad natural y obras, no pueden volverse a la fe e invocar a Dios.
8. EL ARREPENTIMIENTO
Creemos que el EspiÌritu de Dios da a todos los que se arrepienten la ayuda bondadosa de la contricioÌn de corazoÌn y la esperanza de misericordia para que puedan creer a fin de recibir perdoÌn y vida espiritual. El arrepentimiento, que es un cambio sincero y completo de la mente respecto al pecado, involucra el reconocimiento de culpa personal y la separacioÌn voluntaria del pecado, se exige de todos los que por accioÌn o propoÌsito pecan contra Dios.
Creemos que todas las personas pueden caer de la gracia y apostatar y, a menos que se arrepientan de sus pecados, se perderaÌn eternamente sin esperanza. Creemos que los regenerados no necesitan volver al pecado, sino que podraÌn vivir en comunioÌn inquebrantable con Dios a traveÌs del poder y la presencia del EspiÌritu Santo, quien testifica a su espiÌritu que son hijos de Dios.
9. LA JUSTIFICACIÓN, LA REGENERACIÓN Y LA ADOPCIÓN
Creemos que la justificacioÌn es aquel acto benigno y judicial de Dios, por el cual EÌl concede pleno perdoÌn de toda culpa, la remisioÌn completa de la pena por los pecados cometidos y la aceptacioÌn como justos de los que creen en Jesucristo y lo reciben como Salvador y Señor.
Creemos que la regeneracioÌn, o nuevo nacimiento, es aquella obra de gracia de Dios, por la cual la naturaleza moral del creyente arrepentido es vivificada espiritualmente y recibe una vida distintivamente espiritual, capaz de experimentar fe, amor y obediencia.
Creemos que la adopcioÌn es aquel acto benigno de Dios, por el cual el creyente justificado y regenerado se constituye en hijo de Dios.
Creemos que la justificacioÌn, la regeneracioÌn y la adopcioÌn de los que buscan a Dios son experiencias simultaÌneas [obtenidas bajo la condicioÌn] recibidas por fe, precedidas por el arrepentimiento, y el EspiÌritu Santo da testimonio de estas obras y estado de gracia.
10. LA SANTIDAD CRISTIANA Y LA ENTERA SANTIFICACIÓN
Creemos que la santificacioÌn es la obra de Dios por medio de la cual transforma a los creyentes a la semejanza de Cristo. EÌsta es efectuada mediante la gracia de Dios por el EspiÌritu Santo en la santificacioÌn inicial, o regeneracioÌn (simultaÌnea a la justificacioÌn), la entera santificacioÌn y la obra continua de perfeccionamiento del creyente por el EspiÌritu Santo, culminando en la glorificacioÌn, en la cual somos completamente con- formados a la imagen del Hijo.
Creemos que la entera santificacioÌn es el acto de Dios, subsecuente a la regeneracioÌn, por el cual los creyentes son hechos libres del pecado original o depravacioÌn, y son llevados a un estado de entera devocioÌn a Dios y a la santa obediencia de amor hecho perfecto.
Es efectuada por la llenura o el bautismo con el EspiÌritu San- to; y en una sola experiencia incluye la limpieza de pecado del corazoÌn y la morada permanente y continua del EspiÌritu Santo, capacitando al creyente para la vida y el servicio.
La entera santificacioÌn es provista por la sangre de JesuÌs, efectuada instantaÌneamente por la gracia mediante la fe y pre- cedida por la entera consagracioÌn. El EspiÌritu Santo da testimonio de esta obra y estado de gracia.
Esta experiencia se conoce tambieÌn con varios nombres que representan sus diferentes fases, tales como “la perfeccioÌn cristianaâ€, “el amor perfectoâ€, “la pureza de corazoÌnâ€, “la llenura o el bautismo con el EspiÌritu Santoâ€, “la plenitud de la bendicioÌn†y “la santidad cristianaâ€.
Creemos que hay una clara distincioÌn entre el corazoÌn puro y el caraÌcter maduro. El primero se obtiene instantaÌnea- mente como resultado de la entera santificacioÌn; el segundo es resultado del crecimiento en la gracia.
Creemos que la gracia de la entera santificacioÌn incluye el impulso divino para crecer en gracia como disciÌpulo semejante a Cristo. Sin embargo, este impulso se debe cultivar conscientemente, y se debe dar atencioÌn cuidadosa a los requisitos y procesos del desarrollo espiritual y mejoramiento de caraÌcter y personalidad en semejanza a Cristo. Sin ese esfuerzo con tal propoÌsito, el testimonio de uno puede debilitarse, y la gracia puede entorpecerse y finalmente perderse.
Al participar en los medios de gracia, especialmente en la comunioÌn cristiana, en las disciplinas espirituales y en los sacramentos de la iglesia, los creyentes crecen en gracia y en amor sincero para con Dios y con el proÌjimo.
11. LA IGLESIA
Creemos en la Iglesia, la comunidad que confiesa a Jesucristo como Señor, el pueblo del pacto de Dios renovado en Cristo, el Cuerpo de Cristo llamado a ser uno por el EspiÌritu Santo mediante la Palabra.
Dios llama a la Iglesia a expresar su vida en la unidad y la comunioÌn del EspiÌritu; en adoracioÌn por medio de la predicacioÌn de la Palabra de Dios, en la observancia de los sacramentos y el ministerio en su nombre; en la obediencia a Cristo, la vida santa y la mutua rendicioÌn de cuentas.
La misioÌn de la Iglesia en el mundo es compartir la obra redentora y el ministerio reconciliador de Cristo en el poder del EspiÌritu. La Iglesia cumple su misioÌn haciendo disciÌpulos mediante el evangelismo, la educacioÌn, mostrando compasioÌn, trabajando por la justicia y dando testimonio del reino de Dios.
La Iglesia es una realidad histoÌrica que se organiza en formas culturalmente adaptadas; existe tanto como congregaciones lo- cales y como cuerpo universal; aparta a personas llamadas por Dios para ministerios especiÌficos. Dios llama a la Iglesia a vivir bajo su gobierno en anticipacioÌn de la consumacioÌn en la venida de nuestro Señor Jesucristo.
12. EL BAUTISMO
Creemos que el bautismo cristiano, ordenado por nuestro Señor, es un sacramento que significa la aceptacioÌn de los beneficios de la expiacioÌn e incorporacioÌn en el Cuerpo de Cristo. El bautismo es un medio de gracia que proclama la fe en Jesucristo como Salvador. Debe ser administrado a los creyentes que indican su disposicioÌn total de obediencia en santidad y justicia. Como participantes en el nuevo pacto, los niños y los moralmente inocentes podraÌn ser bautizados por peticioÌn de sus padres o tutores. La iglesia se aseguraraÌ de ofrecer instruccioÌn cristiana. El bautismo puede ser administrado por aspersioÌn, afusioÌn o inmersioÌn.
13. LA SANTA CENA
Creemos que la Santa Cena instituida por nuestro Señor y Salvador Jesucristo es un sacramento que proclama su vida, sufrimientos, muerte sacrificial, resurreccioÌn y la esperanza de su segunda venida. La Santa Cena es un medio de gracia en el cual Cristo estaÌ presente por el EspiÌritu. Todos estaÌn invitados a participar por la fe en Cristo y ser renovados en vida, salva- cioÌn y unidad como Iglesia. Todos deben participar con apre- cio reverente de su significado y por este medio testificar de la muerte del Señor hasta que EÌl vuelva. Todos los que tienen fe en Cristo y amor por los santos estaÌn invitados por EÌl a partici- par tan frecuentemente como sea posible.
14. LA SANTIDAD DIVINA
Creemos en la doctrina de la sanidad divina e instamos a nuestro pueblo a ofrecer la oportunidad de hacer la oracioÌn de fe para la sanidad de los enfermos. Creemos tambieÌn que Dios sana a traveÌs de la ciencia meÌdica.
15. LA SEGUNDA VENIDA DE CRISTO
Creemos que el Señor Jesucristo vendraÌ otra vez; que los que vivamos en el momento de su venida no precederemos a los que durmieron en Cristo JesuÌs; mas si hemos permanecido en EÌl, seremos arrebatados con los santos resucitados para reunir- nos con el Señor en el aire, y estaremos siempre con EÌl.
16. LA RESURECCION, EL JUICIO Y EL DESTINO
Creemos en la resurreccioÌn de los muertos, que los cuerpos tanto de los justos como de los injustos seraÌn resucitados y unidos con sus espiÌritus —“los que hicieron lo bueno, saldraÌn a resurreccioÌn de vida mas los que hicieron lo malo, a resurreccioÌn de condenacioÌnâ€.
Creemos en el juicio futuro en el cual toda persona com- pareceraÌ ante Dios para ser juzgada seguÌn sus hechos en esta vida.
Creemos que a los que son salvos por creer en Jesucristo nuestro Señor y le siguen en obediencia se les asegura la vida gloriosa y eterna; y que los que permanezcan impenitentes hasta el fin, sufriraÌn eternamente en el infierno.